La Comunidad de Madrid decidió la rehabilitación de una vieja torre depósito en desuso en centro de exposiciones. El depósito en sí ya era uno de los mejores ejemplos de arquitectura industrial en la ciudad de Madrid. El proyecto, consta de dos cuerpos: una cuba metálica superior techada con zinc y una mole de ladrillo visto que la sustenta. La mole, constituida por ocho imponentes pilares que sostienen un tambor de ladrillo, está profusamente decorada con influencias romanas e incluso mudéjares.
El edificio fue sometido a una reforma integral que transformó tanto la estructura exterior del depósito, restaurando las piezas antiguas, y sustituyendo todas aquellos elementos deteriorados por otros nuevos, como las antiguas salas de archivo que pasaron a ser modernas salas de exposición, equipadas con tecnología de iluminación, ventilación y acceso por ascensor, para satisfacer los estándares actuales de funcionalidad y eficiencia. Como elemento culminante del proyecto, la cuba de agua original fue transformada en una sala de actos circular con graderías, lo que demuestra la capacidad de adaptación y renovación en entornos existentes.